martes, 11 de mayo de 2010

A propósito de las palabras

Se ahogan.
Se entierran.
Se maceran.

Se petrifican para ser convertidas en esculturas del olvido, de caliza o mármol, sin más policromía que el paso del tiempo.
La suerte que tenemos todos es que poco a poco, el tiempo pasa. Siempre pasa, el reloj nunca se para, y las palabras se van con él, como el rótulo de “The End” perseguido por los créditos del cast & crew.

Tras el horneado, el bizcocho está caliente, húmedo y humeante, cuya fragancia impacta con asesina certeza en la raíz de la pasión. Al día siguiente ya no huele tanto. La cocina apenas recuerda la sesión de repostería, salvo por el pastel que ya enfriado, espera a ser degustado. O llegará el proceso de las palabras de las que hablábamos antes: se petrifica. Se convierte en “escultura” (física) culinaria.
Y, como el rótulo que pone punto final a una película (o que la abre), e igual y más cercanas al pastel que caduca, las palabras poco a poco van marchitando, van quedando sin efecto, pierden su olor, su fragancia, su incandescencia; van siendo mero recuerdo de la tarde de cocina, fotofinish de la Grecia clásica, una cariátide sin techo tras un terremoto que la congeló en el tiempo.

Tiempo congelado, como un segundo resaltado de un minuto ya marchito, perdido en las arenas de un reloj anticuado.

Las palabras se ahogan, se entierran, se maceran, se petrifican,
y quedan atrás como un retrato sin imagen
de un momento pasado a símbolos,
arrastrados por el tiempo.

No pierden importancia,
pero la vida de sus almas,
se pierden con el tiempo.



PD: aunque hayan pasado unos días, el bizcocho sigue conservando su sabor.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Palabras, oraciones, conversaciones, lenguaje.

Se han necesitado muchos años para conseguir que nuestra especie desarrolle su principal forma de comunicarse con los de su especie.

Pero, ¿qué o quién se está cargando este sistema?

Cada vez cuesta más encontrar a personas dispuestas a establecer una simple conversación de unos cuantos minutos.
Mucho más difícil, encontrar a personas que se "atrevan" a iniciar la comunicación contigo.

Aquello que era un progreso, ahora parece tomarse como algo aburrido, innecesario y cansino.

A través de las palabras, el ser humano puede trasmitir sus sentimientos, sus sensaciones, pero ¿sirve de algo cuando nadie está dispuesto a escuchar a los demás?

CaleX dijo...

qué ha pasado con la carta anónima!?

aiRin dijo...

I like it! Hay que leerlo depacio, para teñir cada palabra y desplegarlas en tu imaginación. me alegro de haber encontrado tu calle. Te acompaño, cuando puedo en mi ocupado tiempo...

Kalle Eremit dijo...

Al anónimo, muchsa gracias por completar la reflexión.
CaleX, rectificar es de sabios, y ese texto no aportaba nada bueno, era crispar algo que se está desfigurando... No me parece justo ni positivo, sn serio. La rectifiqué, y añadí algunas frases. Si quieres te paso el retoque final, pero ocupa un espacio en "borradores", al menos de momento...
aiRin, Gracias por acompañarme en mi solitaria caminata. Y me alegro mucho de que te pases por mi calle. Yo también me paso por la tuya y poco a poco leo tus textos, en mis últimos 30 días de carrera...

PD: en 24 horas, 100 visitas... no me lo creo :O

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