viernes, 25 de junio de 2010

Bob IX: El pinar que esconde la playa

  Miró al frente. Allí estaba: la nueva tierra, tras aquella cornisa.
  Recordó por un momento las palabras que El Guía tiempo atrás le advirtió: "Sólo te pido que esperes a que el puente esté terminado, y que esta cornisa se afiance". Sabía que le permitiría el paso, que esa nueva tierra estaba dispuesta a concederle el paso, es más, lo deseaba allí consigo.
  Volvió a mirar al frente. Luego un poco a su izquierda. El puente. Estaba terminado, pero sabía que aún no era el momento de cruzar y quedarse al otro lado, para no volver atrás. "esperes a que el puente esté terminado, y que esta cornisa se afiance".

Estaba seguro de que lo que ya tenía tras sus espaldas allí debía quedarse. Sólo que, aún no era el momento de cruzar el puente y que éste forme parte de lo pasado.
"Debes ser paciente" se repitió interiormente, luego en voz alta para sí. Pero Bob ansiaba cruzar y explorar esas nuevas tierras, nuevas fragancias, colores... otro mundo al fin y al cabo. ¡Lo deseaba tanto! Así pues, Bob dejó su fardo, se fijó por última vez en el espejo que le reflejaba de donde venía, esas tierras por las que había pasado, y cruzó el puente, seguro de sí mismo, y así pudo acariciar los primeros metros de tierra de esa cornisa del nuevo mundo con sus propias manos. Esa orilla, la más fina capa transparente, antecedente del cuerpo original. 

¡No, no! No está cruzando para quedarse. Sólo quería verla un poco, sólo el principio de lo que espera. Se quedará e indagará a fondo esas tierras tan deseadas sólo cuando los cimientos del puente estén algo más sólidos, una pizca más de lo que ya parecen estarlo...

..."Debes ser paciente... ser paciente"...



"Así pues, Bob dejó su fardo, se fijó por última vez en el espejo que le reflejaba de donde venía, esas tierras por las que había pasado, y se dispuso cruzar el puente, seguro de su decisión, y acariciar los primeros metros de tierra de esa cornisa del nuevo mundo con sus propias manos."

Ilustración improvisada por Kalle Eremit (24/6/2010),
tras esbozar el texto.

martes, 22 de junio de 2010

Bob VIII (bis): ANEXO [ilustración improvisada]


Bob hizo caso al guía. Soltó el fardo, retrocedió unos pasos, se acomodó y se percató de que el guía no estaba en la cornisa de enfrente. No obstante, el espejo seguía allí. Dirigió su mirada al infinito mientras que el puente seguía construyéndose. No sabía si la construcción iba a ser rápida o lenta.

"Es hora de reflexionar…" se dijo internamente.
 
 
Ilustración por Kalle Eremit, improvisada en un concierto de Jazz improvisado.
21/6/2010 - Día Músical de la Música

domingo, 13 de junio de 2010

El ancla de la ceguera

“Y ya han pasado varios años, y aún no he cerrado esa página, anclada en lo más profundo de mi mar tempestuoso. Pero cuando parece estar calmo, las aguas transparentes revelan aquel ancla que mi marea trata de esconder, y sigue agitado...”.


Contenidos similares en diferentes blogs. A veces resultan textos bellos, bellísimos. Otras, textos comunes sobre el dolor y la no superación de una relación pasada.
Este apunte lo hago al pararme a observar cómo una sociedad estresada, en continuo cambio, emborrachada de la velocidad de la información, del gasóleo, y las modas ficticias, está mermada, sin sentidos (añádele la falta de cultura derivada de más cosas que no vienen al caso).
Los medios te meten por oídos, ojos y casi tacto todo lo que debes hacer, ser, sentir, envidiar, tachar, y aprobar. Como un niño cuando le dicen muchas cosas rápidas y no se le da tiempo a procesar, haciéndole obediente de tus palabras; las personas hoy en día actúan igual, con la diferencia de tener la conciencia nublada, trucada.
Todo esto de la velocidad me sirve para justificar la rapidez con que muchos pasan de unas relaciones a otras, algunas casi ficticias por su brevedad. Saltan de una a otra, por miedo a verse en el espejo, ese en el que irónicamente nos vemos a nosotros mismos y no queremos vernos, nos damos miedo, o vergüenza, o como se le quiera llamar.
Y otros utilizan la velocidad de los acontecimientos para evitar ser consciente de los hechos, voluntaria o involuntariamente. ¡Es verdad, es doloroso y “no merezco sentirme así”! Pasas por relaciones, uno intenta pasarlo como puede, pero en el fondo, el vinilo salta siempre en la misma pista a cada vuelta. Almas errantes, perdidas y ancladas. Sólo ellas pueden salir del pozo en que están. Solas o apoyadas, pero sólo su voluntad puede sacarlas de ese agujero.

Sin embargo no queda más que afrontarlo de frente. Gírate que así es la guerra decía una canción. Mírala de frente, mira a esa guerra que se ha desatado, la vida, o esa relación que acabó atravesada, en un cruce, con mi mano en tu rodilla y dando al acelerador.
La bomba es consistente, la más potente y destructora de todas: velocidad para no sentir y/o para manipular, y lo que es peor, la inmolación de usarla para evitar sufrir.

sábado, 12 de junio de 2010

Reflexiones cortas (III): Música

¿Has pensado alguna vez lo grande que es la Música? Le llaman Arte, pero creo que es más poderoso... La música es alguien que camina, que se deja ver sin obligar a nadie mirar. Y como Medusa, le miras a los ojos, directamente, de tú a ella, te petrifica, y se te queda en la retina, y más aún el sonido de sus pasos, el sabor de la uva de un buen vino, el impacto más certero. Te posee, te droga, te martiriza, te lleva al séptimo cielo para enviarte al mismísimo infierno. Te apasiona, te da el odio más amargo, la venganza, el amor, la alegría, la lujuria, la tristeza...

Te da en el alma, y te cambia la vida... y todo ello, sin obligarte.

viernes, 11 de junio de 2010

Conversación con un gato

- Hola…
-Rnnrnrn.
- Hay que ver que nunca me hablas, ¿eh?
- Rnnrnrn.
- …
- [se gira, se pone cómodo, relaja el cuello]
- Tsss, ¿por qué? ¡Si no te hago nada malo!…
- ¡¡¡¡Rnnrnrn!!!! –irrumpió-.
- Ah, porque te tengo a régimen, por eso me pegas bocados en el pie mientras duermo, ¿no?
- Ffff-Rnn –suspirando ante tanta evidencia-.
- Maldito cabrón…
- ¡¡¡¡Fjjjjjj!!!! –bufó.
- Ohh, ¡No! No te enfades, ahora te doy de comer –sonrió y se fue saltarín hacia la cocina.



Al rato…


- Ay que ver qué diferente. A veces deseo ser tú, porque duermes muchas horas y no tienes preocupaciones. No tienes que ir al trabajo, pues te lo dan todo hecho. A veces protestas, pero te entienden aunque no hablen tu idioma, y pronto tienes lo que solicitas. Tu cesta no te gusta: te tumbas en cualquier lado –ropa limpia, sofá, sillón, etc. No tienes problemas sentimentales, familiares, ni morales, ni religiosos, ni profesionales... porque tu profesión es el ocio.
»Y ahora que lo pienso bien, prefiero todo lo que tu no tienes. Porque aunque se pase mal, aunque se sufra, aunque todo vaya muchas veces del revés y no conozcas el anverso, es vida. Todo eso es lo que llamamos vida.
»¿Ahora? Sí, todo está jodido, hay más penurias que gratificaciones, sobre mí todo el día cae lluvia y, los paraguas que compro calan. Aún así, encuentro alguna rama a la que, por muy delgada que sea, aferrarme, aunque esté podrida y me saque cinco segundos a flote. ¿No es eso mejor que la nada? El que nada no se ahoga, dicen. Cuando no hay rumbo que tomar, mientras que pasa la tormenta, yo prefiero mantenerme a flote.

Un saludo, Mino.

lunes, 7 de junio de 2010

Fragmentos de una mente desecha (II)

¿A dónde va esto?
A la nada, una nada que es algo.
Un algo que es sucio, y se engrosa.

La luz del faro no llega a tu barco.
Ese no es tu faro.
Ese no era tu faro.
No encuentras tu faro.
Sigues navegando. Es de día.

Los días.
Cajones rellenos de hormigón pesado,
Monótonos.
Gris, sin color.
Mi gris, no tu gris.

Sol. Luna. Reloj.
No hay emoción, nada de rencor.

No busques el faro. Créalo.
No esperes sentado. Muévete de tu sillón.
Esa nada que es sucia, que es metralla.
Coge la escoba.
Que suenen los timbres,
Que tiemblen las cucharas,
Que las autopistas sigan cantando,
Que el cuco de tu ventana no sea un pajarraco.

Ama, aunque no sepas quien es el ser amado.

Miras el reloj. Pasa un segundo. Dos. Tres.
Una hora.
Amas un ahora.
que haces algo. Intervención.
El director de la película: .

domingo, 6 de junio de 2010

Fragmentos de una mente desecha (I)

Miras el reloj. Pasa un segundo. Dos. Tres.
Una hora.
Un ahora.
No haces nada. Evasión.
Una película cualquiera.
No piensas nada.

Pasa una mañana.
No has hecho nada.
No lo lamentas.

Almuerzo aburrido.
Lo haces porque el cuerpo lo necesita.
Recoges la cocina, porque no hay nada más que hacer.
Quieres coger un libro, pero prefieres otra película vacía.

Pasa la tarde.
No has hecho nada.
No lo lamentas (aún).

Llega la noche.
Sales. Escondes la planicie.
Risa hipócrita.
Alcohol sin motivo.
Rellenas así un segundo. Dos. Tres.
Una hora.
Un ahora.
Evasión.
No piensas nada.

Un asedio sin murallas que asaltar.
Un ahora en pausa sin después.
Un coche muerto que intentas parar.
Bailas con las manos; arriba los pies.

Batacazo.

Te levantas.

Limpias los rastros de la nada,
Una nada muy sucia, y que se ensucia con más nada,
Una nada que es algo, un algo que es metralla.
¿Qué pasa?

Paras la película, dejas recogida la cocina.
Ya es casi mediodía.
No digas “tarde”, porque ese tarde es “mañana”.
Aún no es mañana, así que evitas que sea tarde. Más tarde...

viernes, 4 de junio de 2010

El (des)encuentro


el 'Flashback de Alex'
 está dedicado a aiRin.


Alex bajó del único bus que pasaba por la urbanización a las afueras del pueblo. Era de noche y alcanzaba a oír un murmullo lejano de la fiesta a la que se dirigía.
Caminó por una calle ancha, oscura. Las luces se reflejaban distorsionadas en el asfalto húmedo tras una tarde de lluvia fina. Curiosamente la luna aparecía triunfante en un cielo totalmente despejado, que se reía a espaldas de los nubarrones.

Alex entró por la puerta, y pasando por un camino de losetas atravesó el jardín de la entrada introduciéndose en la fiesta. Saludó a su amigo Eric, a Irene, a Juan, y muchos otros que por allí disfrutaban de la típica fiesta veraniega en la casa de playa.
(Dios, fue extraño verte otra vez...)
Se puso un poco de ponche, cogió algunos aperitivos, y recorrió las estancias reconociendo el terreno. Se sentía incómodo en las fiestas, aunque todos le veían desenvolverse muy bien. Habló con unos de constelaciones; Carlos intentaba ligarse a Beatriz en la balconada señalando al Cinturón de Orión, a Casiopea y las Osas en aquel telar azabache, y contaba alguna historia que seguramente se sacó de la manga para tenerla enganchada a él. Otros discutían sobre el futuro del país, otros sobre hobbies, sobre música preferida, sobre fútbol, sobre…

- ¡Alex, ven aquí! Tienes que conocer a Amy –le dijo Fernando mientras le pasaba el brazo por el hombro y se lo llevaba a la zona de la piscina, en el jardín que daba a la playa–. Amy, Alex. Alex, Amy –Ella sonrío. Alex no se enteró absolutamente de nada–.
- Sí, creo que nos conocemos de antes –contestó. Alex sonrió comedidamente y asintió levemente con la cabeza…
Ya no me mira como antes; no inclina la cabeza y alza la vista perforando mi corazón.
Recuerdo cuando empezó a llover y todo dejó de existir, sostuviste mi mano y huimos en aquel taxi, calle abajo…

Él intentaba recordar su nombre, mientras observaba su cicatriz, una mancha en su piel de porcelana.
Intentaste calarme hondo, pero no pudiste al final entrar, y ahora ves que estás fuera de mí, viendo toda esa belleza que son todos tus pecados.

- ¿Qué tal, qué es de tu vida? –le preguntó Amy a Alex, mientras Fernando saludaba a Fran “¡Ey! ¿Qué pasa tío? ¿Una cerveza?” y se iba.
- No mucho, ya sabes, terminando la carrera, y haciendo algún que otro curro, alguna que otra travesura. ¿Y tú que tal?
- Tampoco mucho… ¡Hacía mil que no veía a esta gente! –esquivó Amy sin disimulo.
- Sí, ¿no? La verdad, yo tampoco es que los vea todas las semanas. La universidad y esas cosas..., cada uno se arrima a los que suele ver todos los días, pero hacemos lo posible por vernos de vez en cuando.


[Flashback de Alex]
Estaba sentado en una de esas mesas-sofá, con los sillones de piel en forma de “U” y la mesa en medio. El garito era bastante cutre, pero me gustaba. Me gustaba mucho. Esa noche, se fueron temprano y decidí inventarme una escusa para quedarme a solas, mi cerveza en la mano derecha, recostado en esa mesa-sofá de la esquina y observar. Desde allí veía al borracho de cada noche, pedir una copa más a Jota y éste decirle muy educadamente “Vamos, Larry, llamaré a un taxi; tu mujer estará preocupada…”.
Pero aquella noche, no fue normal. Desde allí, vi como se abrió la puerta, y el biombo que separaba la entrada del salón-comedor no me dejó ver nada, salvo el comienzo de su cabello, y unos pies estilizados por unos tacones simples que los hacía aún más especiales.
Ella, venía sola. Fue un momento al servicio. Salió y miró al ala izquierda. Seguro que pensó “los típicos quinquis que juegan al billar y buitrean a ver quién es la paloma que cae hoy…”. Miró a la derecha y empezó a caminar, indecisa, viendo en qué mesa sentarse. El bar estaba poco concurrido esa noche, y me vio. En cuanto sus ojos se cruzaron con los míos tuve que desviar la mirada a mi cerveza, y dirigir el botellín hacia mis labios. Un sorbo. Ella se acercaba, y escogió la mesa-sofá contigua, pero quedando sentada frente a mí. Cogió la carta, y sobre el borde superior, dirigió esos ojos seductores hacia mí. Sonrieron, algo traviesamente me pareció. Solté la cerveza, la volví a coger. Me rasqué la coronilla, resoplé, volví a dejar el botellín, me levanté, estiré los vaqueros, me acerqué con disimulo a su mesa (estaba al lado, ¿Cómo coño iba a ser con disimulo?).
- Hola, ¿puedo acompañarte?... vamos, si estás sola…
Tardó un poco. Se lo pensó mientras me clavaba la mirada.
- No, no vengo con nadie…
Lo tomé como una invitación. Me senté.
- ¿No vienes mucho por aquí, eh? –(Dios, típica frase cowboy pelo-en-pecho).
- No, no conocía este bar –sonrío cortésmente.
No pude reprimirme, metí la directa.
- ¿Sabes? Desde que te sentaste realmente me tienes impresionado –se ruborizó-. Sí, es esa sonrisa. Me pareces una chica impresionante.
- ¿Cómo sabes que soy impresionante? Si ni siquiera sabes mi nombre, ni me conoces…
- Tu sonrisa lo dice todo. Es preciosa, y una sonrisa así sólo puede tenerla una chica tan hermosa e increíble como tú…


[vuelta a la realidad]
Seguían allí, los dos. Todos existían. La charla se apagó. Alex la continuó:
- Amy, nada excepto el tiempo que ha de pasar, y una cara en tu memoria que has de olvidar.
- Alex, yo…
- Atraviesa por esto, y no mirarás atrás –interrumpió él–. Atravesaré por ésto, y no volveré a mirar atrás. Yo lo superaré. En cambio, para tí será una historia más. Trata de evitarlo.
- ¡Alex, recuerda cuando nos escrib…!.
- Ha pasado tiempo ya –le cortó de nuevo–, lo sé, y quizá tendría que habértelo dicho antes. Nunca podrás ni podré hablar claramente de la magia que se creó entre nosotros dos. Todo el mundo habla de lo idílico, de lo fantástico que pareció, de lo perfecto que parecía que iba a ser.
- Da igual lo que la gente diga, las personas y sus circunstancias es lo que somos Alex, no, sabes que íbamos en meses diferentes. Olvida lo que la gent…
- Amy –volvió a dejarla con la palabra en la boca–. Hay una cosa que tengo que decir, así que seré valiente: eras lo que yo quería, te dí lo que te dí. No me arrepiento de haberte conocido, tampoco me arrepiento de que se acabó lo nuestro. Pero tampoco me arrepiento de que no haya nada que salvar…

Amy no dijo nada. Dio un paso atrás, y antes de que se fuera y le dejara allí parado, él se le adelantó y se dirigió hacia el interior de la casa, repuso su ponche, cogió más aperitivos. Su rostro parecía algo envejecido, más maduro. Él saludó a un grupo de personas que estaban allí cerca de la mesa, y ella pudo ver a lo lejos que él estaba sonriendo. Bien, quizá su sonrisa no era amplia, pero sonreía…