domingo, 24 de octubre de 2010

Tarde de domingo

- El atardecer me trae nostalgia.
- ¿Por qué?
- Es como el fundido en negro de una película, como si algo pudiera seguir pero no nos toca mirar - el obturador de esa cámara se cierra.
- Ah...
- A otros les parecerá romántico. Yo aún no le veo ese punto, oye...
- ¿Hablas de que estás triste?
- No, he dicho que-, bueno vale, puede que lo esté, o mejor dicho, no soy feliz -dijo con rotundidad.
- Humm... Ya veo... ¿qué planes tienes para esta tarde, pues?
- Salir a dar una vuelta, a purgar algunos sentimientos.
- ¿Cómo? ¿se hace eso?
- Saliendo a que te dé el aire, andando un poco más tu camino. Paso a paso todo queda atrás. A veces quieres llorar de tanta nada, de tanto vacío, aunque el vaso realmente no lo esté (del todo). 
- Comprendo...


Dos barcos que van aumentando la distancia entre el estribor de uno, babor de otro. Uno continua su trayecto, el otro se desvía, rectifica, o desvaría. Incluso el que continua se plantea si el palo de mesana está bien tenso, o el timón se ha quedado atorado. 


Ambos barcos siguen andando, dejando atrás las ondas del trayecto. 
Uno avista al otro, navegando a lo lejos, su silueta disminuyendo.
El otro desvió su catalejo, a una zona ajena ahora el primero.
Y yo me pregunto por qué. ¿Estarán huyendo?.
Tras sus quillas el mar ondulado va cerrando sus senderos.

jueves, 14 de octubre de 2010

Sábado de otoño

La ventana tiembla.

- Hace mucho viento ahí fuera, ¿eh, Lilly?
- Humm -se espereza y se acurruca más a él- por eso tienes que hacerme caso y quedarte entre las sábanas conmigo. Es sábado, ¿quién trabaja un sábado?
- Jaja, pues al tonto al que te agarras.
- ¡No seas bobo! -dijo con ese caramelo pegajoso de un amor que está floreciendo, y le besó el pecho. Él la miró fijamente con ternura unos segundos. Luego le besó la frente, destapándose para salir de la cama. Entró en el cuarto de baño llegando a Lilly el sonido de la ducha.  

Lilly, esa chica tan casual, normal y corriente que no tiene nada especial, y por eso es bella a rabiar. La belleza natural. Pelo lacio marrón, fino, betado uniformemente. Llevaba ahora una camiseta de tirantas, ligera, y unas braguitas lisas, simples pero sugerentes, que le volvían a Mike la mente turbia.
Sonrió mirando a la puerta a penas abierta que dejaba escapar vapor de ducha, y volvió la mirada hacia la ventana, donde llovía y los árboles le daban al barrio un tono sepia otoñal. Dejó de sonreír, pensativa. Ésta vez todo venía solo, de corrido, sin vallas que saltar ni auto-obstáculos típicos del miedo a algo nuevo.

No fué un buen año para Lilly. A decir verdad, ella pensaba que si le atropellasen tres autobuses en una mañana sería algo de buena, buena suerte comparado con su "chistosa" (como ella decía) vida sentimental. Se preguntaba siempre por qué la gente se complica tanto y se pone tantos impedimentos ante sí, sin que éstos vengan. "Masocas" pensaba.
Tuvo tres 'simulacros'. El primero de ellos, era con un chico interesante, que le complementaba bastante bien, pero los miedos adolescentes de qué pasará, "no soy buena para él, es demasiado para mí" y demás pamplinas que suenan más a tópico que otra cosa asaltaron y desbalijaron el tren antes de salir.
El segundo es bastante gracioso: tras ese chasco y el mes de "purgatorio", se convirtió en una descarada sin miedo a la novedad, sea corta o larga, sea formal o informal, sea de unas semanas o... unas horas (je je je). Conocía un chico desde hacía años, pero tenían confianza y... ¿y qué? "Carpe Diem, chica" se dijo, "si lo pasáis bien, ¿por qué privarse?". Así que volvieron a salir. Risas, acercamientos, y el instinto llamando a la puerta y... de nuevo los miedos "¿y si se queda parado y me deja de hablar?". Al final resultó que ambos iban para lo mismo pero Lilly volvió a tomar la primera salida de la autopista a la derecha... 
El último caso fue revelador. Le supuso un cambio total. Ella se sentía aún más 'libertina' que antes, y con el primero que le regalase una flor querría leer algún capítulo de un libro pendiente de lectura. Eligió a un chaval atractivo, agradable con el que se reía y pasaba buenos momentos. Se sentía como una niña, hasta que conoció a otro chico y empezó a salir cada noche con sus amigas de fiesta... El sentimiento de liberad y de liviandad se apoderaron, haciendo que todo careciera de importancia. Vive la vida. Qué frase tan peligrosa, el filo de una navaja... Resultado: perdida, y chicos enredados, con ceño fruncido...
Pero ahora era algo diferente. Mike, que conoció un día que se pasó por las oficinas en las que ella trabajaba, la acompañó en el café de los 15 minutos de descanso de las 11 de la mañana. Parecía sincero, sencillo, y relajado. Además gracioso, pero tierno. Ella, empezó jugando el rol de "oigo, pero vigilo". Al final cedió y se citó con él para cenar.

15 minutos de descanso... 15 días llevaban saliendo. Pensativa mirando la estampa de la ventana, volvió a sonreir. Ninguna barrera que ella se puso, ninguna barrera ponía él. A los cinco minutos, el olor a cuarto cerrado, mezclado con el vapor de la ducha y ese olor íntimo de noche de cisnes, desapareció con una bandeja de cafés y unas tostadas con mermelada de naranja amarga y mantequilla...
- !Humm!... No huele nada mal
- ¿Nada mal? No tienes ni idea de lo buena que están estas tostadas, y el café ni te cuento.
- ... Te he hechado de me--
- ¿Ya? Pues prepárate a pasar unas horas sola, tengo una reunión...
Ella frunció una ceja y le clavó la mirada, en el fondo bromeando.
- Yo también estoy deseando de volver a verte.
Se sentaron en la cama, y desayunaron. Pronto él salió trajeado, y ella abrió la ventana a oler a tierra mojada, madera empapada, y hojas con su betún de judea. 
"¿Para qué complicarse la vida? Si estar con alguien es para mejor ¿por qué complicarlo? ¿por qué complicarse uno mismo con cábalas negativas? Déjate vivir a tí mismo"

Lo leyó en el sobre de azúcar del café que antes rompió para servirse... Su mañana de disfrute, la mañana de su nueva vida había hecho nada más que comenzar...



lunes, 11 de octubre de 2010

Negruzco azul blanquecino

Permaneció despierto a oscuras en la cama. De fondo se oía el viento del vacío nocturno de la urbe. La persiana estaba bajada dos tercios filtrándose unos rayos tenues de luz de luna. Veía reflejados como pequeñas huchas en la cama y en los muebles los haces lunares que suavemente se colaban por la persiana.
Se cubrió con las sábanas hasta el pecho, y colocó un cojín sobre la almohada. Bajo la cabeza las manos cruzadas. Pensó en la montaña rusa que su vida había dibujado últimamente…
A los cinco minutos, como una tele mal sintonizada, de repente el vacío comienza a sonar a granos de arena sobre papel: despertó una lluvia continua, pero moderada. Un sonido relajante, que gracias al eco de la calle lo convertían en el mantra de la relajación. Algún búho daba color a los oídos insomnes. El lienzo perfecto para las reflexiones. Hacía tiempo que no se paraba a mirar todo lo que había dejado atrás, o al menos eso creía…

Miró a un lado y a otro en la oscuridad. ¿Qué tenía? Nada,
salvo hojas tostadas por el paso del tiempo,
arrinconadas en cajones equivocados;
algunos hechos destacables, contados
en un apéndice perdido.
Un nudo en un solo cordón deshilachado,
un solo de trompeta en un callejón perdido,
un parteluz en una ventana tapiada,
dos labios cerrados del silencio entumecido.
La estrella que se aleja de su luna,
un Apolo sin Dafne ni el arco de los vagabundos
de este mundo irregular y malforme,
de los amores torcidos, iracundos.

La lluvia cesó dando paso a un eco sordo, y él desprendió el cojín sacudiendo la cabeza, perezoso, a los lados. Inhaló y exhaló un gran suspiro aprehensivo, dejando cada punto turbio de su vida, agitado en la última media hora de diluvio, para dar paso a que la luna le despida hasta un nuevo ocaso.

¿Qué veía? ¿Qué tenía? Nada. Tábula rasa.
El cero es una O oblonga y solitaria,
un comienzo inusual, los cimientos de una casa.

Silencio. Ojos cerrados. Buscó en el eco de su cabeza, sintiendo como si los ojos se deslizaran hacia adentro, como si mirasen en ángulo imposible. Los oídos parecían separarse y alejarse del cerebro, apagando su señal, haciendo que el oído interno lo confunda y le haga flotar sobre el colchón donde estaba recostado. Una fantasía cuyo control pasa del sujeto a ser títere del mundo de los sueños, dentro de El Sueño.

Un grillo rebelde y solitario se lamenta en soledad tras la ventana, en el patio. No queda ni búho, ni tormenta, ni tormentos, ni súcubos. Off. Fin de la noche, del encuentro con la nada y el todo de sí mismo.
Buenas noches mi dulce cuerpo. Finito. 

sábado, 2 de octubre de 2010

Retrato de una búsqueda

Nació en Fort Saskatchewan, Alberta hace 31 años, y ahora es muy famosa. Parecerá tonto, pero me ha venido ahora otra ola de realidad leyendo su biografía e imaginándome cómo ha evolucionado y lo casual del transcurso de la vida. Quizá no tan casual… quién sabe.

De ahí pasó a Kelowna, y como quién no quiere la cosa, la descubrieron y le dieron trabajo. Quería dejar la compañía pero ante su potencial, llegaron a un acuerdo para pagarle una carrera en la UBC. Dirigió un comité para el desarrollo y los derechos humanos en la universidad, incluso viajó a una selva sudamericana en las Filipinas durante un mes con unos misioneros.
Después de todo este transcurso comienza su vida “pública / famosa”. Es sólo un fragmento de su vida el que conocemos, un fragmento de este breve resumen el que conocemos.

Me ha hecho pensar al buscar primero el mapa de Kelowna (cerca de mi tan apreciada Vancouver) y luego el de Fort Saskatchewan (cerca del centro de Edmonton). Me dí cuenta de repente que es una persona normal, como tú, como aquella que cruza la calle, como la cajera del supermercado, como el vendedor de periódicos del puesto de la estación… Me dí cuenta de que cada uno tiene una historia tan abismalmente grande como cualquiera elegido al dedillo.
Vacilé por unos minutos pensando “quizá hay que estar en esas ciudades para que te cambie la vida sin que te des cuenta / quizá deba emigrar a esos sitios de donde salen los del audiovisual / quizá ese país es más interesante que el mío / quizá esos sitios sean tan sorprendentes como los cambios de la vida de esa persona, tan de cine como la película de su vida”…
Luego aparté esa idea, tan fantasiosa, tan de Sueño Americano...

¿Quién iba a decir que ese iba a ser su trayecto? Luego buceé en lengua anglosajona:
Resulta que tuvo múltiples trabajos, azafata, camarera, reponedora de fuel para grandes camiones, entre otros. También lo compaginó luego con pequeños roles en la pequeña y gran pantalla.
“Para mí, Fort Saskatchewan era de pequeñito. Podía recórrelo en bici de punta a punta cuando tenía 5 años… siempre me traerá muy buenos recuerdos. Lo considero como mi pequeño feliz escondite”.
Tras terminar el instituto necesitaba profundamente moverse de ciudad en ciudad cada 6 meses más o menos, conociendo diferentes personas, diferentes relaciones… diferentes roles…

“Que la ciudad que te crió se te quede chica, que necesites salir como un chorro a presión sin salida. Que esa “S” post-infancia y juventud de tu vida sea un medio para definirte; una manera para que el embalse liberado vaya normalizando el cauce del río original, y encuentre así el nivel, caudal y recorrido que le definirá… que encuentre su identidad”.


La primera frase (que la ciudad que te crió se te quede chica, que necesites salir como un chorro a presión sin salida) me es muy cercana, muy familiar, muy personal... ¡Es que parece mía!...



Quizá ésta sea otra de las personas que necesitan de ello para encontrarse a sí mismas.


Quizá yo sea otra de esas personas…