domingo, 21 de noviembre de 2010

フォレスト -Foresuto- (Bosque)


Me asomo por la ventana, y veo como la lluvia se aleja, las nubes se disuelven y dejan pasar a unos rallos crepusculares de un sol tostado que quiere dormirse.

Sigo saltando de rama en rama, corriendo, por el bosque. No sé a donde llegaré. Un impulso interno me hace seguir saltando, esquivando, corriendo, de rama en rama, de árbol en árbol. No sé a dónde llegaré pero tengo que seguir hacia adelante. Algunas hojas cayeron, otras permanecieron ahí, en su sitio, pero yo sigo, sigo adelante. Lo mismo ocurre con éstas que veo ahora y con las que veré. El camino de todos es seguir sus caminos, viendo árboles, hojas, ciudades. 

Recuerdo algunos abetos, encinas y robles, que marcaron mi camino, por su forma y fruto, su belleza y robustez. Dos o tres acacias me han marcado a lo largo de mi continuo paseo. Me hice unas pulseras para acordarme de ellas cuando me las encontraba. Una forma de vincularme, de conectarme. Miro mis muñecas y siguen vírgenes. Ahora me ayudan a impulsarme adelante las pocas esquirlas que me recuerdan a sus bellezas y virtudes, a sus desavenencias y diferencias.

Continúo al frente, saltando, corriendo, esquivando, atravesando. El bosque no se acaba. En algunos claros veo el sol una vez más cansado, que deja su turno de vigía a la Luna, que vela por mí en las noches oscuras del enredo ramal de la selva. Ya ha pasado mucho tiempo, años, y el bosque es mi casa, mi vida es un bosque. 

Sigo saltando de rama en rama, corriendo, por el bosque. No sé a donde llegaré. Un impulso interno hace que continúe saltando, esquivando, corriendo, atravesando, de rama en rama, de árbol en árbol. No sé a dónde llegaré, el camino sigo trazando. No sé a dónde llegaré, pero tengo que seguir caminando.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Conversaciones de café y friegaplatos

Y la tortilla sale disparada varias veces hacia arriba y vuelve hacia abajo a la sartén. Como el mercurio cuando se lanza contra una pared: al final, todas las perlitas se juntan y forman ese todo que era como antes.





- ¿Qué pasó?
- Al final nada, que otra vez me puse el cono con las orejas de burro. ¡Bravo, bravo! Soy un completo idiota.
- Pero no seas así, las cosas pasan porque tienen que pasar...
- No me vengas con el destino y tu conformismo. No le hice nada, no sé que pasó, pero al final siempre sale mal y esa chica...
- ¿Esa chica qué? Yo-- es que no lo entiendo. Algo pasa contigo, o todas son unas raras.
- Seguramente yo haré algo mal, porque no es normal... -interrumpió-. Después de una mala digestión de hechos y palabras, todo vuelve a ser como antes.
- Nada se repite, es otra condi...
- ¡Que no! ¿Y qué me dices de la otra? Después de marearme más que un tonto con una silla de oficina... ¡no sabe hablar! No puedes decir "te quedan genial las gafas" sin pretender nada. -la imitó con clara mofa-. ¡Vaya, como si fuera mi amiga del alma! Tss, ¿te lo puedes creer? En vez de "¿me podrías hacer un dibujo?" con cara de buena suelta "vaya... a mí nunca me has dibujado nada"... -dijo molesto, con mucha burla. 
- Guau -gesticuló con la boca totalmente abierta, ojos de pasmada.
- Exacto, guau. 
- No pueden decir "a un bar" o "cena en tu casa" eligiendo "casa" con una sonrisa cómplice sin pretender nada.
- Y arreglada, guapísima, y oliendo a gloria...
- Dios, eso último a sonado... -dijo con cara de asco.
- ¡No no no! lo digo... ¡ya me entiendes!
- Ya, jajaja, lo sé. ¿Para qué te vistes, te pones guapa, te echas una de tus mejores colonias, y él improvisa llevarte a tu casa a cenar y ver una peli... y tu no buscas nada?.
- Exacto, el mundo al revés...
- Dios... joder, pues sí que te las buscas complicadas.
- ¿Y qué he hecho yo? 
- Pues elegir mal, chico.
- ¡Que no elijo! ¿Qué culpa tengo yo de que terminen siendo así? Yo las voy conociendo según me van siendo interesantes, intrigantes, diferentes... pero luego saltan con cosas así y yo me quedo con un calentón para fundir plomo con la ceja y te suelta "¿qué haces que tiemblas? me pones nerviosa" y claro...
- ¡Jajaja! Pobrecillo...
- Al fín y al cabo me he cansado ya, voy a irme al banquillo y que salga un sustituto, están todas locas, y al final yo un poco, creo que se contagia, no te pegues mucho a ver si...
- Toco madera, que yo tengo novio y me cuida muy bien
- No me lo recuerdes, no me lo recuerdes...


viernes, 12 de noviembre de 2010

Dolor

Deboraos,
desgarraros,
esperaos,
abrazaros.

Huyó,
lloraste,
se equivocó,
lamentaste.

Desnudaros,
mojaros,
disfrutaros,
tocaros.

No miréis,
alrededor;
dolor causáis,
rojo y negro
el color.

Besaros,
lameros,
disfrutaros,
abrazaros.

Amaros,
cegaros,
os encerrásteis.

Desoyaros,
arrancaros,
me matásteis...


(Septiembre, 2010)

lunes, 1 de noviembre de 2010

Poesía rota del alma artística

Te empapas, sigue lloviendo. La ropa pesa más, van oscureciendo.
Como tierra seca, esponja vieja, succionas cada centímetro cúbico de transparencia.

Andas, sigues pisando, flotando, cada vez menos; te vas hundiendo.
Como ninja intrépido cuyas fuerzas flaquean, y la lentitud aumenta el peso de su cuerpo.

Nunca pensé que el pararse tanto haría tanto daño. Nunca, nadie, podría imaginárselo tan fielmente. Hace falta experimentarlo.
Poco a poco, como sin querer hacerlo, vas más lento, te mueves más pausadamente. Y todo ésto sin pensarlo, sin buscarlo. Miras hacia fuera, y ves cómo los demás siguen funcionando, y te sientes algo viejo, lento, torpe, pasado de moda...
Intentas volver a correr, pero... ¿hacia donde ahora toca? No sabes que pie mover, la coordinación te abandona. Parece que el seguir corriendo hace que no te hundas, que sigas a flote. Así, todo tu peso no se muestra sobre la superficie del estanque negro.

Intentas seguir, arrancar el motor, meter primera, soltar el embrague y al fin, acelerador.
Suena tentador, hasta alentador; pero de repente no hay más gas que gastar, ni motivos para andar.

Suenan los motivos a vacío maquillado. Cada palabra pesa menos, se van esfumando.
Como una marioneta, tan hipertérrita, lo mismo da si todo o nada, si mucho o poco, si algo...

Te sientas, mueves tus dedos, y las ondas están muertas, el deseo extinguido, la ilusión marchita.
Como el ordenador de a bordo, intentas el piloto automático, falso arte en mano, traductor en la vista.

El recuerdo no alimenta, y el futuro parece fantasía;
inspiración, ¡ciégame de esperanza!
pues la desidia avanza,
ni ayer, ni hoy, ni mañana son mis días.