martes, 22 de febrero de 2011

Bob XI: El silencio que duele

Trabajar constantemente,
agotar todo el tiempo del reloj de tu mente,
agotar toda energía para evitarlo…

Sacó su portátil y continuó editando su libro. Lo hizo todo lo rápido posible, sin quitarse si quiera la mochila de la espalda, hasta que pasó un buen rato. Las ansias, los nervios, o aquello que fuera que casi lo contorsionaba, le llevó a tener gestos de ese tipo. Primeros auxilios de una escapada mental. 

La gente no se para nunca a pensar. Temen pararse. Sentir ese vacío, las preguntas que no saben responder ni formular… ¿Qué estás haciendo con tu vida?¿Qué quieres de tí? ¿Qué estás haciendo ahora mismo por ti?… Ni ninguna ni todas las respuestas quería contestar Bob. Sabía que quien sabe donde está realmente no tiene realmente ni idea de ello. O hablan tanto de sí mismos que se pierden en su mundo

Siguió esbozando unas líneas calentando el motor de su mente, antes de seguir con la edición… miró aquella web con sus textos, aquellos que por impulsos escribe en ratos libres, pero… pasó y se fue. Ningún comentario. Sabía que lo leería, o que habría muchas posibilidades. En un arrebato empujado por el cansancio, las burbujas, y alguna idea desesperada, le envió el enlace en un mensaje. Nada. Nada. Todo es nada, ese nada lo decía todo.


Agotar toda energía para evitar;
evitar pensar en lo que no iba a pasar,
pensar en una fantasía magullada...

Cerró la ventana, abrió la otra (la que da al balcón), y Bob siguió editando el libro…





1 comentarios:

Juan Luna dijo...

En realidad, yo diría, que la gente no se para por miedo, por miedo a ese vacío que es el no pensar. Se pasan toda la vida con un ruido mental tan atroz que no dejan apenas rendija al aire vivificador de una nueva circunstancia donde los pensamientos sean limpios, porque han llegado por fin a conectar con el corazón.

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