martes, 22 de febrero de 2011

Bob XI: El silencio que duele

Trabajar constantemente,
agotar todo el tiempo del reloj de tu mente,
agotar toda energía para evitarlo…

Sacó su portátil y continuó editando su libro. Lo hizo todo lo rápido posible, sin quitarse si quiera la mochila de la espalda, hasta que pasó un buen rato. Las ansias, los nervios, o aquello que fuera que casi lo contorsionaba, le llevó a tener gestos de ese tipo. Primeros auxilios de una escapada mental. 

La gente no se para nunca a pensar. Temen pararse. Sentir ese vacío, las preguntas que no saben responder ni formular… ¿Qué estás haciendo con tu vida?¿Qué quieres de tí? ¿Qué estás haciendo ahora mismo por ti?… Ni ninguna ni todas las respuestas quería contestar Bob. Sabía que quien sabe donde está realmente no tiene realmente ni idea de ello. O hablan tanto de sí mismos que se pierden en su mundo

Siguió esbozando unas líneas calentando el motor de su mente, antes de seguir con la edición… miró aquella web con sus textos, aquellos que por impulsos escribe en ratos libres, pero… pasó y se fue. Ningún comentario. Sabía que lo leería, o que habría muchas posibilidades. En un arrebato empujado por el cansancio, las burbujas, y alguna idea desesperada, le envió el enlace en un mensaje. Nada. Nada. Todo es nada, ese nada lo decía todo.


Agotar toda energía para evitar;
evitar pensar en lo que no iba a pasar,
pensar en una fantasía magullada...

Cerró la ventana, abrió la otra (la que da al balcón), y Bob siguió editando el libro…





lunes, 21 de febrero de 2011

Soneto cojo del pirata sensato



Luciendo los tatuajes de un pasado bucanero,
de un magullado equipaje,
no soy infantil novato ni un maduro viajero,
ni presumo de ningún viaje.

Jugando las bazas soy fiel compañero,
no es tampoco mi alarde;
no apuesto ciegamente por un juego entero;
ni mi vida con cálculo atrase.

No preguntes siempre si estoy bien.
Por miedo o por nada importante no quieres:
dos veces negaste mi deseo.

Los gestos y miradas que saben a miel.
Quien no teme, recorre y quiere lo que sientes;
mil veces tientas a este Romeo.

jueves, 17 de febrero de 2011

...y me levanto

Y me levanto, y tengo esa sensación agridulce de despedida
y me levanto, y noto que mis tripas están medio vacías;
y me levanto, y noto esa nostalgia de la mano que no sostiene ya a otra
y me levanto, y mi cabeza sigue en tu música, cuando ya ha acabado y he de seguir con la mía…

Me levanto con el último recuerdo de que compartíamos un avión.
Unas ancianas volvían por su equipaje (no preguntes qué sentido tiene). Acto seguido, tras dejarlas pasar a sus asientos, seguimos el camino hacia proa y después salir a la sala de llegadas. Una vez me recibieron mi cabeza olvidó que ibas detrás de mí. Añade un poco de agridulce a mi sensación, por favor. Como ves, es otro maldito sueño. 
Parecíamos dos mitades irregulares que encajaban a la perfección, como la parte negra y la parte blanca del yin y del yang. 

Y me levanto con el estómago vacío,
y el único remedio que ahora encuentro
es rellenarlo con un buen desayuno.
Mañana nos veremos, de nuevo, en el almuerzo...

miércoles, 9 de febrero de 2011

No mereces...

Llevo pensando en ello unos minutos. Pensando si publicar esta burrada léxica. Pero vayamos al grano:
Es lamentable que tras pedirme una mínima amistad, tras un período de respirar e inspirar durante 2 meses y no morir en el intento, te comportes como una especie de víctima.
Me contradije y me forcé contra mí mismo tras el daño que causaste -sin intención como me dijiste- a dirigirte la palabra, a ser al menos un amigo. Mi instinto me pedía lejanía para no ver si las cicatrices seguían crudas y la postilla aguantara... No obstante, reitero, me hice fuerte e intenté recuperar algún trozo del destrozo que causaste en mí para contigo.
Y la respuesta que he obtenido consiste en unos brazos extendidos en horizontal, alzados unos 90º respecto a tu cuerpo, palmas abiertas y firmes, apartando un mínimo gesto de cordialidad, de amabilidad, y de comprensión. La primera vez pensé que era normal, romper un hielo más duro que una roca tras una situación dolorosa por ambas partes -imagino (bastante)- no iba a ser fácil, pero más fácil si lo rompía yo, al que dañaste al fin y al cabo.
Pero al mes, se repitió. Un conversación forzada y seca y fría, sin detalles. Tengo conversaciones más nutridas con los desconocidos de la cola del supermercado...
Y se repitió una vez más, y quizá una última más. Por tu parte: nada.
Lo irónico de todo el asunto, es que me he llegado a sentir culpable de la situación, y me debería dar vergüenza sentirme así, pues ¿no es cierto que yo no he sido el causante de todo esto?

Quien pidió una amistad, al fin y al cabo, eres tú y lo vi muy razonable y lo necesitaba. Pues tras un largo período en que estuvimos conociéndonos, con vaivenes, enfriamientos de por medio y demás cosas que pasan y que ambos sabemos, no me gustaba entonces acabar con una persona mal, o tan distanciada. Veía las malas rupturas en varios de mis amigos y pensaba "no, esto no me va a pasar a mí". Qué ingenuo que fui. A penas intimamos y lo que parecía un cuento precioso se interrumpió. La tinta se derramó manchándolo todo, y con el paso del tiempo, tu extendiste la mancha con tu jarra de agua fría...

Encima de que trato de normalizar algo que pinta tenso, que ya no es que pinte tenso sino que no existe un mínimo lazo, que llevamos 4 meses sin dirigirnos palabra alguna, y teniendo yo la (buena) voluntad y la fuerza de intentar llevarnos mínimamente bien, veo que cada vez cierras más puertas, y que no tienes el más mínimo interés en ello...

Y espero que no asome por tu cabeza en el mas mínimo de los momentos que intento tener otra vez algo contigo, o cualquier otra historia que te ronde por la cabeza para retirarme tanto de ti. Las últimas raíces están ya podridas por tu culpa, porque tú quieres. Pero ya da igual, porque te da igual.
No lo entenderé nunca, y no creo que vaya volver a pensar en el tema.
Será una triste anécdota.

Hasta siempre.

... No mereces mi amistad.

martes, 8 de febrero de 2011

Impulso



Ese deseo irrefrenable que sale de dentro, que como un alien empuja fuertemente hacia fuera; ahí donde está el vientre, pero a la vez parece una mala ingestión. 
Estoy nervioso continuamente, las tilas no me hacen efecto. 
Tengo sueño, pero sigo nervioso por dentro.
Y no, no he tomado café; esto no es por el café. 


Siento frío y por dentro centrifugo, 
quiero dormir a la vez que correr con un solo destino.


¿Tan difícil es ver que voy hacia allí,
donde tu sabes y yo sé,
donde yo veo y tu te niegas ver,
por miedo a andar y volver a caer?


Estoy enfermo, 
sanamente enfermo,
y tú también, lo sé,
no niegues tus adentros. 


Te veo con los ojos cerrados,
me buscas hablando con mis allegados,
si ambos vamos para el mismo lado,
¿a qué esperas juntar (de nuevo) las manos?.

sábado, 5 de febrero de 2011

Insomnio

Me levanto. Pensé que eran las 8.30, como deberían ser.
Nada... miro el reloj y me quedo helado, con un sudor frío y la boca reseca,
agotado de soñar tanto, de sentir más que ser sentido.

Son la 1.48, y me quedan aún unas horas que matar,
durmiendo espero, descansando deseo, sin soñar suplico...

Me imagino que escribir de lo mismo, aunque sea de una persona nueva,
es señal de que no aprendo
a pesar del paso del tiempo,
de los días vividos,
de mis secos ríos.

Te apareces en múltiples sueños en ráfagas atemporales,
engañando a mis dos horas
creyéndome que fueron nueve;
en mi espalda solo llueve
sudor y lágrimas que te añoran.

Pero hablar de esto, parafrasear sobre lo mismo, sentir ese peso en el pecho... ya está anticuado, desfasado, desequilibrado, no vale la pena...
No vale la pena porque no compensa, porque no hallo recompensa, no hay nadie quien me devuelva el cambio, ni me de el ticket para el nuevo tren. En cambio invitan a perderte en el cuartillo de banco blanco donde sumergirte entre algunas plantas y caspa sintética (que no es mi caso, chico sano).

Huyo en coche, sigo corriendo... llego...¿tarde?. No sé, todo es raro. Giro una esquina, a la derecha. Otra a la izquierda. Y no recuerdo qué llevo en el maletero. Aparezco en la bifurcación de la carretera, donde paso y rodeo el parque junto a la estación antes de llegar a casa. Resulta que en la curva, de repente, la carretera va bajando, como en esas caracolas de los parkings subterráneos, pero esta vez como huyendo, como alejándome de ti.
Al final, recuerdo que me bajo del coche, como aliviado, en un bar (es un sueño, no es lógico). En ese bar recuerdo que casi podía manipular el sueño...
Los sueños transcurren como películas subconscientes, donde somos marionetas sensibles de unos hechos que vivimos. Actores de nuestra imaginación nocturna... hasta que llega un momento previo al despertar donde cogemos una de las riendas y hacemos que el sueño sea como queramos en el fondo que sea... y yo conseguí encontrarme contigo, y abrazarte, y decirte que las músicas que resuenan por mi cabeza y los versos indescifrables, surcan mi mente por...

Ahora son las 3.46, y me quedan a penas 4 horas de sueño.
No me importa, te veré pronto.