jueves, 19 de mayo de 2011

Las sedas de la Luna

Clouds_4417 (maul67)


Ves la luna... hoy estaba preciosa, ¿verdad?. 


En el oscuro manto de tul,
esos algodones dulces, húmedos,
son vaporosos y vulnerables
a el resplandor, la perla manchada,
solitaria.


Y me emociono,
y recuerdo y pienso...

"Ok. Si nada es nada, nada vamos a perder. Y al mirar atrás todo será un sueño..."


Sigo caminando y veo a Alguien, solitario -como yo- volver a su casa. No lo sigo, pero comparte parte del viaje de vuelta. Es de noche y el vacío sonoro urbano de algunos árboles chocando con alguna farola tímida son el único acompañante de las silenciosas nubes que como la seda pasan velando la luna.


Y me conmuevo,
y recuerdo de nuevo...

"Ok. Si no soy nadie, no habrá que interpretar, jamás. Y al mirar atrás todo será un sueño..."


Alguien va vestido de una manera ajena a la que pienso. ¿Realmente la ropa te define, según piensas te vistes? Es confuso, complejo y a la vez una tontería. ¿Por qué no vestirse así si no piensas como alguien que viste así y viceversa? 
Aquí es un mundo;
para el mundo no es nada.
Pero adivino que es feliz. Que, a pesar de los acertijos de la vida, le va bien... Es estúpido, ¿verdad? Pensar que alguien es feliz sin conocerlo, sin saber si ese es un disfraz o un hábito.

"Venir aquí, que aquí se está bien. Venir aquí que aquí se está bien..." 


 Continúas la búsqueda de la que nunca te abandona por la noche: La luna. Se calla, no habla, no discute, no lucha. Observa y a saber si entre sus manchas oculta lo que piensa de ti. 

"Y quizá habrá que buscar en otro lugar. En otro lugar..."


Al final resulta que vive en el bloque de al lado. Alguien es vecino tuyo y está tan cerca... Y miras adelante a alguien, y no sabes si está delante, detrás o a tu lado, y todo es un sueño, una fantasía real por dentro, falsa en la mañana. 
Quieres ponerte una máscara, un disfraz una noche que grite "estoy vivo como tú"; para sentir la tranquilidad del reloj de la rutina, la etiqueta en un grupo de amigos, el piloto automático de las relaciones estereotipadas, la vida sencilla...


Hoy ves que la nostalgia me ha hecho una caricia en forma de brisa fría. 
Y diría que son las nubes que besan la luna las que me hablan en silencio.
Las que me susurran al oído que está bien.
Las que, como ovejas negras del cúmulo de algodones dulces, sonríen entre su espesura.
Las que confirman sin palabras que vas bien, 
tus pasos no son en vano, ni nada es nada. 


Al mirar atrás, te darás cuenta de que no ha sido un sueño,
el sueño ocurre si niegas el atrás. 
¿Cómo saber si avanzas si no ves de donde partes?


La luna es la única que no te abandona,
y entre la sonrisa de las nubes de seda que la besan
ellas esconden el nombre de tu destino...




(citas entrecomilladas propiedad de Enric Montefustco/Standstill "El Resplandor" y "La hora del acuario")

sábado, 14 de mayo de 2011

Bob XII: Una ciudad en una ciudad

Es curioso ver como todo se transforma...

Hacía poco que él había retomado su viaje en solitario. Nada de lo que arrepentirse en el pasado. Nada de lo que esperar del futuro. Sólo saboreando cada partícula del presente. Y una de esas partículas es un fenómeno bastante extraño:
Siempre iba al trabajo por una misma ruta, la más corta (apurar el tiempo es uno de sus principios, algo arriesgado pero divertido), aunque últimamente la misma ruta no era la misma. Le sorprendía de nuevo ese fenómeno que antes en otra ocasión le pasó. Por el camino al trabajo había calles que emergían hacia la izquierda desde la vía principal por la que iba con su bici. Estos días atrás miraba por esas bocacalles para ver si venían o no coches antes de cruzar pero... se les revelaba como nuevos mundos. Miraba a una de las bocacalles y siente ese temblor interno de descubrimiento, de la belleza que hay escondida allí un mundo que antes no veía... y eso que ella no vivía por la zona (bromas adolescentes por exceso de calor).
Le resultó curioso porque le parecía un barrio "extranjero", ajeno, estúpidamente ajeno a él. Estúpidamente porque vivía bien cerca. Era bonito ver todo lo que le hacía sentir ese barrio; deseaba recorrer cada calle y observar cada parcela, cada puerta, cada zona verde y cada cosa que pertenecía a todo su perímetro, como el niño que indaga en nuevos juguetes. Esa emoción pero de diferente manera. Sentía que quería conocer a gente de allí, de pertenecer a ese barrio. (Todo es extraño, lo sabe, pero es así).
Le resultó también curioso (y estúpido) porque no era el barrio en el que vivía ella, y eso que era "agua pasada, tierra quemada". No era lo que pasaba antes, que se quedaba colgado de la chica luego de no haber futuro. Siempre se convierte en veto de caza los aledaños, por futuros encuentros, miradas furtivas y una psicótica caza de "voy a ver/me van a ver aquellas personas que no quiero que me vean/me reconozcan, y absurdamente sigo buscándolas entre los que están...". Y es que ésta no era la zona donde solía estar ella, pero era del estilo del triángulo, del otro ángulo, y cualquiera le recordaba a aquel vértice.
Se guardaría para sí esa emoción que le resultaba demasiado bonita y demasiado ininteligible para (casi) todos. Ésta vez, el gancho de la zona y la chica se habían roto, una novedad que no entendía pero que le parecía más que interesante, a saber...

Decidió quedarse con la idea de ser una muestra más de saber ver la belleza entre los segundos de la vida, en cada recodo cotidiano y común de cada pared, cada acera, cada árbol, cada todo... "Y pensar que esta ciudad no es la mía y aún así de vez en cuando aflorar algún oasis pasajero como éste... pero sigue sin ser la mía, ni mi gente, ni nada por el estilo; yo no encajo en este puzzle".
Mantenía esa concepción de pasión por ese barrio que conocía desde chico y que realmente no conocía a penas y que se revelaba ante él como nuevo y sorprendente, cálido, agradable, ensoñador... ¡y eso que no lo conocía!. Mantenía esa idea, aún sabiendo que una pequeña parte de esa sensación era un "desvío inesperado por una carretera secundaria de aquella chica". "La suerte de todo esto -pensó para sus adentros-, es que es algo que se apaga en una zona externa al conflicto"...
Se armó de lápices, libreta de bocetos y algún sacapuntas y una goma. La noche menos pensada, la más inesperada, retrataría ese edén temporal de la emoción...
Bob escribió estas líneas sin encontrarle mucho sentido, pero le daba igual, "es lo que hay" se dijo a sí con el medio vaso agrio, y el otro medio (medio lleno) de placebo.

jueves, 5 de mayo de 2011

Las 4 familias de miedos

En el miedo a perder, la inseguridad se pone una coraza defensiva para aparentar ser su opuesto. [...] lo identificamos vestido de orgullo, soberbia, impaciencia, agresión, ira, autoritarismo, fanatismo y toda su corte de afiliados.
El miedo a enfrentar, en el papel de víctima se disfraza de pudor, timidez, susceptibilidad, cobardía, indecisión y todas las tonalidades de auto destrucción e inferioridad. 
El miedo a ser abandonado trae consigo los celos, la posesividad, la vanidad, la sobreprotección, la baja autoestima, y la necesidad de manipular. 
Y el miedo a la muerte porta muchas caretas, entre ellas: la desconfianza, la tacañería, los apegos, las fobias, la rebeldía, y la histeria.


fuente

lunes, 2 de mayo de 2011

Apuntes de un diario imaginario ajeno

Acabo de llegar a casa, y le he pedido que no se lo diga. Que le diga todo menos eso. Me fío de él aunque quizá es demasiado... Todo me oprime y me empuja hacia abajo. Me pesa todo el cuerpo y los latidos son martillazos lentos que me avisan de un desvanecimiento al acecho. Aún no me desmayo.
Bebo agua y mi garganta a duras penas deja tragar. El sostén me oprime la respiración; me queman las costuras de la ropa y la vida se me escapa ante mi impotencia, ante mis actos.
Le quiero pero a él también, y mi corazón se volatiliza. Me decido por el segundo pero... dios, esto es muy... es... impulsivo y desatado, y a él... me sostiene desde hace año y medio pero... ya se lo he confesado al segundo: es lo que llevo buscando toda mi vida y no me perdonaré perderle... Y pensar que apenas paso las veinte primaveras y ya estoy muriéndome por alguien, o por dos personas a la vez.

Le pedí al segundo que mintiera por mí al primero. Todo voló por los aires y el secreto quedó al descubierto, como la almendra amarga que inunda la boca y que tira de las tripas arriba, y vomita amargor. El segundo no mintió y se lo contó... por mi bien. Yo no lo entiendo aún pero lo hizo por mi bien y por su bien... y por el bien del "triángulo". Una fisura rompió un vértice y uno de los lados se desprendió...

Han pasado ya ocho días y no sé nada de él,
ni él sabe nada de mí, pero sigo con mi pasado en el presente...