viernes, 4 de junio de 2010

El (des)encuentro


el 'Flashback de Alex'
 está dedicado a aiRin.


Alex bajó del único bus que pasaba por la urbanización a las afueras del pueblo. Era de noche y alcanzaba a oír un murmullo lejano de la fiesta a la que se dirigía.
Caminó por una calle ancha, oscura. Las luces se reflejaban distorsionadas en el asfalto húmedo tras una tarde de lluvia fina. Curiosamente la luna aparecía triunfante en un cielo totalmente despejado, que se reía a espaldas de los nubarrones.

Alex entró por la puerta, y pasando por un camino de losetas atravesó el jardín de la entrada introduciéndose en la fiesta. Saludó a su amigo Eric, a Irene, a Juan, y muchos otros que por allí disfrutaban de la típica fiesta veraniega en la casa de playa.
(Dios, fue extraño verte otra vez...)
Se puso un poco de ponche, cogió algunos aperitivos, y recorrió las estancias reconociendo el terreno. Se sentía incómodo en las fiestas, aunque todos le veían desenvolverse muy bien. Habló con unos de constelaciones; Carlos intentaba ligarse a Beatriz en la balconada señalando al Cinturón de Orión, a Casiopea y las Osas en aquel telar azabache, y contaba alguna historia que seguramente se sacó de la manga para tenerla enganchada a él. Otros discutían sobre el futuro del país, otros sobre hobbies, sobre música preferida, sobre fútbol, sobre…

- ¡Alex, ven aquí! Tienes que conocer a Amy –le dijo Fernando mientras le pasaba el brazo por el hombro y se lo llevaba a la zona de la piscina, en el jardín que daba a la playa–. Amy, Alex. Alex, Amy –Ella sonrío. Alex no se enteró absolutamente de nada–.
- Sí, creo que nos conocemos de antes –contestó. Alex sonrió comedidamente y asintió levemente con la cabeza…
Ya no me mira como antes; no inclina la cabeza y alza la vista perforando mi corazón.
Recuerdo cuando empezó a llover y todo dejó de existir, sostuviste mi mano y huimos en aquel taxi, calle abajo…

Él intentaba recordar su nombre, mientras observaba su cicatriz, una mancha en su piel de porcelana.
Intentaste calarme hondo, pero no pudiste al final entrar, y ahora ves que estás fuera de mí, viendo toda esa belleza que son todos tus pecados.

- ¿Qué tal, qué es de tu vida? –le preguntó Amy a Alex, mientras Fernando saludaba a Fran “¡Ey! ¿Qué pasa tío? ¿Una cerveza?” y se iba.
- No mucho, ya sabes, terminando la carrera, y haciendo algún que otro curro, alguna que otra travesura. ¿Y tú que tal?
- Tampoco mucho… ¡Hacía mil que no veía a esta gente! –esquivó Amy sin disimulo.
- Sí, ¿no? La verdad, yo tampoco es que los vea todas las semanas. La universidad y esas cosas..., cada uno se arrima a los que suele ver todos los días, pero hacemos lo posible por vernos de vez en cuando.


[Flashback de Alex]
Estaba sentado en una de esas mesas-sofá, con los sillones de piel en forma de “U” y la mesa en medio. El garito era bastante cutre, pero me gustaba. Me gustaba mucho. Esa noche, se fueron temprano y decidí inventarme una escusa para quedarme a solas, mi cerveza en la mano derecha, recostado en esa mesa-sofá de la esquina y observar. Desde allí veía al borracho de cada noche, pedir una copa más a Jota y éste decirle muy educadamente “Vamos, Larry, llamaré a un taxi; tu mujer estará preocupada…”.
Pero aquella noche, no fue normal. Desde allí, vi como se abrió la puerta, y el biombo que separaba la entrada del salón-comedor no me dejó ver nada, salvo el comienzo de su cabello, y unos pies estilizados por unos tacones simples que los hacía aún más especiales.
Ella, venía sola. Fue un momento al servicio. Salió y miró al ala izquierda. Seguro que pensó “los típicos quinquis que juegan al billar y buitrean a ver quién es la paloma que cae hoy…”. Miró a la derecha y empezó a caminar, indecisa, viendo en qué mesa sentarse. El bar estaba poco concurrido esa noche, y me vio. En cuanto sus ojos se cruzaron con los míos tuve que desviar la mirada a mi cerveza, y dirigir el botellín hacia mis labios. Un sorbo. Ella se acercaba, y escogió la mesa-sofá contigua, pero quedando sentada frente a mí. Cogió la carta, y sobre el borde superior, dirigió esos ojos seductores hacia mí. Sonrieron, algo traviesamente me pareció. Solté la cerveza, la volví a coger. Me rasqué la coronilla, resoplé, volví a dejar el botellín, me levanté, estiré los vaqueros, me acerqué con disimulo a su mesa (estaba al lado, ¿Cómo coño iba a ser con disimulo?).
- Hola, ¿puedo acompañarte?... vamos, si estás sola…
Tardó un poco. Se lo pensó mientras me clavaba la mirada.
- No, no vengo con nadie…
Lo tomé como una invitación. Me senté.
- ¿No vienes mucho por aquí, eh? –(Dios, típica frase cowboy pelo-en-pecho).
- No, no conocía este bar –sonrío cortésmente.
No pude reprimirme, metí la directa.
- ¿Sabes? Desde que te sentaste realmente me tienes impresionado –se ruborizó-. Sí, es esa sonrisa. Me pareces una chica impresionante.
- ¿Cómo sabes que soy impresionante? Si ni siquiera sabes mi nombre, ni me conoces…
- Tu sonrisa lo dice todo. Es preciosa, y una sonrisa así sólo puede tenerla una chica tan hermosa e increíble como tú…


[vuelta a la realidad]
Seguían allí, los dos. Todos existían. La charla se apagó. Alex la continuó:
- Amy, nada excepto el tiempo que ha de pasar, y una cara en tu memoria que has de olvidar.
- Alex, yo…
- Atraviesa por esto, y no mirarás atrás –interrumpió él–. Atravesaré por ésto, y no volveré a mirar atrás. Yo lo superaré. En cambio, para tí será una historia más. Trata de evitarlo.
- ¡Alex, recuerda cuando nos escrib…!.
- Ha pasado tiempo ya –le cortó de nuevo–, lo sé, y quizá tendría que habértelo dicho antes. Nunca podrás ni podré hablar claramente de la magia que se creó entre nosotros dos. Todo el mundo habla de lo idílico, de lo fantástico que pareció, de lo perfecto que parecía que iba a ser.
- Da igual lo que la gente diga, las personas y sus circunstancias es lo que somos Alex, no, sabes que íbamos en meses diferentes. Olvida lo que la gent…
- Amy –volvió a dejarla con la palabra en la boca–. Hay una cosa que tengo que decir, así que seré valiente: eras lo que yo quería, te dí lo que te dí. No me arrepiento de haberte conocido, tampoco me arrepiento de que se acabó lo nuestro. Pero tampoco me arrepiento de que no haya nada que salvar…

Amy no dijo nada. Dio un paso atrás, y antes de que se fuera y le dejara allí parado, él se le adelantó y se dirigió hacia el interior de la casa, repuso su ponche, cogió más aperitivos. Su rostro parecía algo envejecido, más maduro. Él saludó a un grupo de personas que estaban allí cerca de la mesa, y ella pudo ver a lo lejos que él estaba sonriendo. Bien, quizá su sonrisa no era amplia, pero sonreía…

4 comentarios:

aiRin dijo...

Gracias, sonrío una vez más, pero esta te la dedico :) un beso de buenas noches, que descanses.

Kalle Eremit dijo...

Gracias a tí y tu sonrisa, dulce aiRin :). Descansa tu también, un beso.

Anónimo dijo...

...Me vas a quitar el puesto de escritor/a, hijoputi... ¬¬"

Kalle Eremit dijo...

¿¿¿yo??? ¡¡Qué va!! Sólo me divierto! jejeje Me alegro de que te haya gustado :) Me lo tomaré como un piropazo :D. Gracias!

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