A ti, por lo que es obvio,
y a la chica del SandCastle
de las postales de Italia.
y a la chica del SandCastle
de las postales de Italia.
"No importa como empiece.
No importa como acabe."
No importa como acabe."
Todo acabó de la misma voz que lo empezó. Lo primero que vi de ti fue una interrogación. La travesura más mágica que había visto nunca, una simple “?”. Y acabó con una “!” en mi cara, y un silencio posterior…
“Me llovías tan dentro” es una frase que leí hace no mucho, y que no sé aún cómo tomármela, si para bien o para mal. Si tú me llovías como agua de rocío, ese agua se convirtió en lluvia ácida tras el final. Poco a poco mis pulmones trabajaban en períodos más cortos. Como si fumara un paquete al día (y aun así no sé todavía fumar…). Los riñones filtraban el amarillo de un tiovivo que gira solitario en un parque sin niños, una noche sin luna. Se enturbió la vista, y me encerré en el vapor de un baño melancólico.
Mi vida se apagó por dos meses. Puse el piloto automático de la rutina. Levantarse, trabajar, volver, más trabajo por la tarde, y evasión sumergida en ginebra bien fría y alguna risa malévola que se apagaba mirando al infinito.
Te dije algo así como lo que Thom Yorke cantaba: “Olvida tu casa de naipes, y la haré mía”. Lo nombro por el sentimiento, pero sobra ahora decirlo, como sobró nombrártelo.
Una de tus últimas frases fue conservar una amistad. Thom hace los honores de nuevo:
“I didn’t want to be your friend;
I just wanted to be your lover.”
“I didn’t want to be your friend;
I just wanted to be your lover.”
No nos mintamos, esa frase la decíamos el uno al otro en silencio.
Pero da igual. Ya da igual.
Strike uno;
strike dos;
strike tres.
En el tercero al menos dio tiempo a batear la pelota, pero… se salió del campo. Bateaste, disfruté de esos poco segundos de trayectoria, y después soplaste al final para que saliera fuera. ¿Cómo? Tú mismo puedes explicarlo.
strike dos;
strike tres.
En el tercero al menos dio tiempo a batear la pelota, pero… se salió del campo. Bateaste, disfruté de esos poco segundos de trayectoria, y después soplaste al final para que saliera fuera. ¿Cómo? Tú mismo puedes explicarlo.
Ahora me siento en la arena. La noche cae y con una mano abrazando mis piernas mantengo el equilibrio. La brisa limpia las escamas de este pasado enredado entre mi barba.
Silencio. Guardo un silencio que lo dice todo, y que está mejor sin decir nada. No he hablado de mi otra mano; alguien la agarra. Ella tampoco habla, y me mira, y ve que tampoco digo nada, y me sonríe, y le sonrío. Su pelo flota al viento y un brillo en sus ojos me emociona gracias a un faro que de vez en cuando gira, y hacen que sean como bolas mágicas que tienen el poder de decir que no voy a estar solo. Ese brillito lo dice todo. Mi chaqueta cubre sus piernas. Ahora la estiro un poco más y me cubro, porque hace frío en esta noche de verano. Pasa media hora, una hora, hora y media… y no nos miramos pero sabemos que sonreímos y estamos no uno al lado del otro, sino uno con el otro, agarrados de la mano. Esa mano que sostiene, que tira hacia arriba cuando está abajo, cuando uno cae abajo, cuando uno tambalea, cuando tiembla, cuando se siente lejos aunque pronto estará cerca.
Silencio. Guardo un silencio que lo dice todo, y que está mejor sin decir nada. No he hablado de mi otra mano; alguien la agarra. Ella tampoco habla, y me mira, y ve que tampoco digo nada, y me sonríe, y le sonrío. Su pelo flota al viento y un brillo en sus ojos me emociona gracias a un faro que de vez en cuando gira, y hacen que sean como bolas mágicas que tienen el poder de decir que no voy a estar solo. Ese brillito lo dice todo. Mi chaqueta cubre sus piernas. Ahora la estiro un poco más y me cubro, porque hace frío en esta noche de verano. Pasa media hora, una hora, hora y media… y no nos miramos pero sabemos que sonreímos y estamos no uno al lado del otro, sino uno con el otro, agarrados de la mano. Esa mano que sostiene, que tira hacia arriba cuando está abajo, cuando uno cae abajo, cuando uno tambalea, cuando tiembla, cuando se siente lejos aunque pronto estará cerca.
No está cerca, pero la siento igualmente. Sé que me sostuvo hace un rato la mano. La sentí agarrándome desde miles de kilómetros al noreste.
Ahora duerme recordando esa mezcla de dulzura que tiene la granadina con la piña y un poco de vodka con cítricos. Un “Sandcastle” o un “Castillo de Arena” le llaman.
Espero probar esa mezcla pronto, porque he olvidado cómo ser yo, cómo ser divertido, cómo era lo que te llevaste de mí. Parezco exagerado quizá, pero el efecto ha sido el mismo que el veneno que te dieron a ti hace cuánto, ¿seis años? La diferencia está clara: yo ya superé mi mito de la caverna.
A tu salud, brindaré un Castillo de Arena con la Luna, mientras el aire vienés sostiene mi mano.
2 comentarios:
Primero sonreía de alegría, ahora lloro de emoción. Buen trabajo, mi...no se bien que escribir, porque amigo no sería la palabra...compañero en este viaje, oído y corazón de mis sentidos. Da igual la palabra o lo que puedas ser con letras, Lo importante esque dentro de mi, se lo que eres. Si tu no lo sabes aún, te haré saberlo. Las palabras sobran cuando el viento nos sopla, cuando de ti saco la sonrisa, cuando de mi sacas ese brillo, cuando entre granos de arena nuestras manos juegan en polvos llenos de imaginación. LLenos de apoyo y comprensión. xxx
...qué cosas...
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Todo comentario y/o reflexión será bienvenida. Ahora bien, yo no te he insultado y te respeto. Espero que sea recíproco. Muchas gracias.