- …¡Vamos por aquí!
- …Vale
Como una chiquilla caprichosa, torció el camino hacia una calle pequeña, con casitas a la derecha y un muro a la izquierda. Por encima de éste unos álamos frondosos dejaban notarse a la poca luz de las farolas y más arriba daban movimiento a la oscuridad de la noche. Las casitas de la derecha eran pequeñas, algunas tapizadas de hiedra, todas acogedoras. Pasaron por un barecito de entrada pequeña, que conducía con un par de escalones a un interior que en invierno quitaría el frío con solo verlo.
Siguieron caminando por la calle más romántica de todas, hasta llegar a su casa. Ante la escalinata hacia su puerta, se quedó mirando, sonrisa en la cara con una pequeña inclinación en la cara, cabeza un poco torcida y ojos inocentes .
- …Vale
Como una chiquilla caprichosa, torció el camino hacia una calle pequeña, con casitas a la derecha y un muro a la izquierda. Por encima de éste unos álamos frondosos dejaban notarse a la poca luz de las farolas y más arriba daban movimiento a la oscuridad de la noche. Las casitas de la derecha eran pequeñas, algunas tapizadas de hiedra, todas acogedoras. Pasaron por un barecito de entrada pequeña, que conducía con un par de escalones a un interior que en invierno quitaría el frío con solo verlo.
Siguieron caminando por la calle más romántica de todas, hasta llegar a su casa. Ante la escalinata hacia su puerta, se quedó mirando, sonrisa en la cara con una pequeña inclinación en la cara, cabeza un poco torcida y ojos inocentes .
- …Bueno, me voy a ir yendo, que tengo que madrugar mañana.
- Ok, pues muy bien.
Mantuvieron la mirada unos segundos más. Ella le ponía aún más nervioso con esa inocencia. Se acercó y como por impulso le abrazó. El se aferró con fuerza. Ella no sabía cómo “jugar” esa situación.
- Ay… -dijo ella. Él movió la cabeza y le dio dos besos tiernos en el cuello, tiernamente.
Se quedaron un poco más abrazados. Luego, intentó besarla y ella le dijo que era ya tarde. ¿Cómo que tarde, si antes le dijo que era pronto?. No hubo beso.
- Ok, pues muy bien.
Mantuvieron la mirada unos segundos más. Ella le ponía aún más nervioso con esa inocencia. Se acercó y como por impulso le abrazó. El se aferró con fuerza. Ella no sabía cómo “jugar” esa situación.
- Ay… -dijo ella. Él movió la cabeza y le dio dos besos tiernos en el cuello, tiernamente.
Se quedaron un poco más abrazados. Luego, intentó besarla y ella le dijo que era ya tarde. ¿Cómo que tarde, si antes le dijo que era pronto?. No hubo beso.
Te despiertas. Agriamente. Fin del sueño.
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