No sabía cómo hacerlo. Se quitó de la boca el último cigarrillo del paquete, que humeaba lentamente alimentando el ambiente denso y tranquilo. La luz de la lámpara focal iluminaba parte de la mesa y la esquina del salón. El resto era oscuridad.
Se quitó la chaqueta, desabrochó los dos primeros botones de su camisa de seda tras quitarse la corbata. Levantó la tapa del tocadiscos y desplazó la aguja al borde de ese vinilo de Coltrane “A Love Supreme”.
Tras beber un poco más de su Martini blanco, cruzó las piernas sobre la mesa y fijó la mirada en el perfil urbano a través del ventanal. Siguió divagando sobre por qué no sabía hacerlo. Estuvo leyendo los textos de Marlène, “una excelente escritora” pensó.
Marlène era un chica corriente a los ojos de cualquiera. Para él, decir eso era un insulto. La belleza de ella radica en su naturalidad. De cabello cobrizo, bastaba con verla oír aquello que él le contaba en una mesa apartada en el bar para caer hipnotizado. Su postura, codo sobre la mesa y barbilla y mejilla derecha apoyadas en su mano diestra. Fijaba su mirada como desnudándole por dentro. Él seguía hablando, pausadamente, como si las pausas aumentaran el interés de una conversación que carecía quizás de importancia alguna… pero ese no es el tema. Como iba diciendo, su personalidad destruía la barrera de lo físico. “Hay que decir que un punto sí que tenía, y el físico no esta nada mal”, pensó, “pero sus gestos no me dejan esquivar su mirada…”
No sabía, no sabía como hacerlo. No sabía cómo ella escribía sobre cualquier cosa. Tema libre, e imagen creativa. En sus textos podía escribir sobre cualquier cosa aunque tenía ciertas preferencias en sus escritos. No obstante, escribía al parecer de la soledad, de la novedad, del olvido, fragmentos de una novela que no existe,…
Pero él no podía. No sabía como hacerlo.
Apuró la copa, apagó la colilla en el cenicero de alabastro. Exhaló la última calada y retiró la aguja de aquel vinilo. Sacó una hoja, la pluma y el tintero. La recargó presionando el resorte, retiró los restos de tinta y se dispuso a escribir un texto sobre la última hora de su noche taciturna.
No podía. No sabía hacerlo...
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Hace 3 meses
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